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Lic. María Ofelia Narváez

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Acerca de la ansiedad: una sensación dura de domar…


Lic. María Ofelia Narváez

M/P60.275 M/N 10.275

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    Podríamos decir una sensación desagradable, displacentera, que produce en el estado anímico

    un tono difícil de definir. Es algo asi como que la ansiedad buscara salida.

    El sujeto puede sentir : nerviosismo, miedo, culpa, inquietud a veces pesimismo, en fin…

    Leyendo datos del Instituto Fleni, ofrecidos por los Doctores Fahrer,Jefe del Departamento de

    Psiquiatrìa , Salvador Guinjoan y Ramón Leiguarda; ellos dicen que los “trastornos de ansiedad

    difieren del nerviosismo común. La ansiedad puede ser beneficiosa en dosis menores, pero en

    dosis mayores puede hacer de la vida un infierno”.


    ¿Se va con el tiempo?

    “Si los síntomas no se tratan, pueden llegar a empeorar”, refieren los doctores mencionados.

    Tanto es así, se puede agregar, que se han clasificado como distintos trastornos de

    ansiedad.

    Aquí la palabra trastorno ya está hablando acerca de alguna complicación en la conducta del

    sujeto, complicación en sus actividades cotidianas, complicación incluso en algunas funciones

    fisiológicas ( apetito, sueño, sexualidad por ejemplo) que al no ser tratadas, pueden producir

    algo así como un “círculo vicioso”, ya que estas complicaciones van acompañadas de fantasías

    en el sujeto. Al escuchar a distintos pacientes, los mismos refieren un tono exagerado en las

    mismas, con componentes de miedos anticipatorios a veces.:”me latía el corazón más fuerte,

    transpiraba, sentía que tanta gente junta me molestaba, me tuve que bajar del colectivo” decía

    Beatriz de 38 años,”pensé:tendré algún problema cardíaco, o me estaré volviendo loca?”.


    La Organización Mundial de la Salud en una de sus definiciones acerca de la salud dice: es la

    búsqueda de un equilibrio bio-psico- social, aludiendo en todo caso a una interrelación

    constante de estos aspectos, en donde la conducta, el accionar del sujeto tiene un valor

    primordial, implícito. Valor que vale la pena subrayar.

    A veces se dice “dolor psíquico”,” dolor físico”, porque de alguna manera hay que nombrarlos

    pero, van de la mano.


    ¿Cómo se combaten los trastornos de ansiedad?

    La cuestión es aceptarlos, a partir de ahí cada paciente requiere un tratamiento

    personalizado.

    Aceptar a veces tiene que ver con un proceso, un camino a recorrer, venciendo algunas

    vergüenzas , algunos prejuicios..algunos temores.

    La posibilidad de un sujeto de aceptar lo que pueda estar significando un problema, una

    complicación , aquello que de lugar incluso a conflictos en su vida cotidiana, puede ser el paso

    para intentar pedir y buscar ayuda.Que no es otra cosa que poder hablar del malestar en un

    espacio psicoterapéutico. Eso ya tiene que ver con una diferencia entre transitar el camino

    “como un infierno” o hacer algo para modificarlo. Lo interesante es que se puede.


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    M/P60.275 M/N 10.275

Con el tiempo se va a pasar…


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    Esta frase que se suele escuchar frecuentemente cuando hay alguna dolencia, de alguna manera

    contradice aquélla otra que dice que: “en temas de salud el tiempo es oro” del Dr Abdala.En la

    primera lo que queda de lado es la conducta del sujeto, primordial en temas de salud también.

    Inconscientemente a veces se habla del tiempo como si fuera algo ajeno, externo casi a cada uno.

    Cuando en realidad tiene que ver con nosotros mismos, nos es “inmanente” podríamos decir .Vive

    en nosotros y en todos los seres vivos y también nos trasciende.

    De las nociones con las que vivimos, es la que más se tarda en adquirir.

    Einstein también se ocupó de pensar el tiempo, y en todo caso ahí se cifra la teoría de la

    relatividad.

    Volviendo al registro que un malestar le provoque a cada quién, cómo lo viva será significativo

    entonces. Como cada quien “ lo lea” decimos desde el psicoanálisis.

    Se pone en juego la subjetividad y aquí se hace presente aquélla frase de Hipócrates :”no hay

    enfermedades sino enfermos.”

    Con lo cual: el modo de vida, las actitudes, el estilo de pensamiento, los modos de relacionarse, los

    hábitos, en fin, todo ello y más tienen que ver con la salud del sujeto.

    Muchas veces lo que en medicina no se entiende se atribuye a” trastornos nerviosos”. Esto habla

    de alguna manera de síntomas, de alteraciones funcionales que podrían estar teniendo que ver

    con la calidad de vida del sujeto, momentos por los que está o estuvo atravesando.

    Recuerdo una vez la derivación de una paciente, por parte de un médico clínico, que decía:”Esta

    señora está viniendo día por medio para que le tome la presión, me parece que ya no es un tema

    que yo sólo pueda atender..”

    El trabajo interdisciplinario también como un modo de abordaje posible. Con el propósito de ayudar

    a pensar, de contener, de acompañar, de ayudar a que el otro se” de cuenta”.

    Este proceso, en muchos casos calma el malestar… produce alivio y de esa manera el sujeto

    puede sentirse protagonista de lo que le pasa. Actitud muy diferente aquello de que “con el tiempo

    se va a pasar..”


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    M/P60.275 M/N 10.275

Depresión, angustia, tristeza: ¿significan lo mismo?


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    A veces se escucha el empleo de estos términos como si fueran equivalentes. Según un diccionario de Psicología, define la depresión como un” estado de ánimo que comporta una disminución del tono psíquico y de la actividad física e intelectual y que va acompañado de tristeza”.

    Se podría decir que hay distintas depresiones:


    De tipo orgánico, con causas múltiples: lesiones cerebrales, tumores cerebrales, atrofias por alcoholismo, por ejemplo.

    De tipo psicótico: que es depresión profunda y puede degenerar en una psicosis maníaco-depresiva. En este tipo de depresión el enfermo sufre estados de depresión melancólica, alternando con otros de exaltación. Este tipo de depresión no tiene una causa psicológica exterior conocida.

    De tipo neurótico: son más frecuentes que las psicóticas, se deben a traumas psicológicos( frustración, situaciones de abandono o a causas físicas de cansancio, por ejemplo).


    Se podrían seguir haciendo algunas distinciones, pero de lo expuesto se desprende que depresión y tristeza no son equivalentes. La tristeza acompaña a la depresión, es un estilo de humor, pero “estar triste” no significa “estar deprimido”, porque para decir que alguien está deprimido debiera reunir algunas de las características antes mencionadas.


    En cambio “estar deprimido” va acompañado de un humor triste.


    En cuanto a la angustia, se puede definir como un estado afectivo, displacentero.


    Desde el Psicoanálisis y según Freud, hay distintos tipos de angustia.


    Angustia masiva, también llamada automática, se podría decir que inhunda la vida anímica del sujeto y el aparato psíquico no puede funcionar. El sujeto se paraliza, se encuentra sometido a una afluencia de excitaciones de origen externo o interno, que es incapaz de dominar.


    En la opinión de Freud esta angustia se contrapone a la señal de angustia. Esta también podría definirse como una disposición para la angustia.


    No es lo mismo disponer de una señal de alarma frente a un real peligro exterior, que no disponer de esa señal, Significa disponer de un recurso.


    La angustia realista detecta un peligro exterior y a partir de ahí se evalúa si se tienen recursos para enfrentarlo o no. Tiene que ver con la pulsión de autoconservación.


    Se aclara que se dice”exterior” o”interior” porque de alguna manera se tiene que decir, pero no hay nada exterior sin un interior de referencia. Para tomar un ejemplo de Freud, un accidente de tren es un acontecimiento traumático para todos. No todos responden igual. Algunos quedan inertes frente al estímulo, otros no y el estímulo fue importante para todos.


    La temática podría seguir desarrollándose, el humilde propósito fue aproximar algunas distinciones entre términos de uso corriente, y con significados que puedan distinguirlos.


    En todo caso en el próximo número de la revista abordaremos, algunos ejemplos de lo expuesto, así como distinciones entre angustia y miedo, terror, peligro.


    Lic. María Ofelia Narváez

Me tengo que operar


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    Cuando este comentario aparece en la vida de una persona, a partir de un diagnóstico médico, también aparecen distintas fantasías y por qué no, miedos.


    El diagnóstico puede llegar de distintas maneras:


    Como proceso evolutivo de una enfermedad previa.

    Como producto de una descompensación, habiendo estado sin síntomas hasta entonces.

    Después de un accidente o situación traumática, por ejemplo.


    En cada caso la reacción a la información será diferente y en cada sujeto también. Ese “acontecer” y ese “responder” es estrictamente personal, por lo tanto, también tiene historia.


    Primero se crean las condiciones que podríamos llamar ecológicas para que se enferme. Esta sería como la rotura de un dique, la afección permite así salir, es decir, poner en evidencia pasiones, sentimientos, emociones y conductas de todo ese universo que constituyen el paciente y su entorno.


    Si la noticia de una cirugía impacta al yo del paciente, se pondrán en juego mecanismos que están asociados a su personalidad de base. Cada enfermo reactualiza, desde su singularidad, su historia de padecimientos y sufrimientos.


    La operación: es buena porque cura, pero puede poner en peligro la vida del paciente.


    Este “acto médico”, paradójicamente curativo, produce sentimientos ambivalentes en el paciente. Esta potencialidad dual hace significativa la intervención psicológica, que puede favorecer el equilibrio de la balanza. Esto en la práctica se llama psicoprofilaxis quirúrgica, tiene que ver con abrir un espacio para que el paciente pueda poner palabras a aquello que siente, frente a un acto agresivo externo como es la cirugía.


    En distintas instituciones de la salud, se constituyen equipos interdisciplinarios para abordar al paciente atendiendo la subjetividad de su dolencia, de su padecer, de su sufrimiento.


    Freud nos decía: ”Para el paciente, lo mejor es que el médico cumpla su tarea con ecuanimidad y con la mayor precisión posible”. En función de esa precisión, el trabajo interdisciplinario también se constituye.


Acerca de la amistad


Lic. María Ofelia Narváez

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    Escuchando a un joven de 22 años que decía: “-Uno no decide de antemano; de este me voy a hacer amigo, se va produciendo, al ir conociéndose... se va produciendo eso de querer estar con el otro”.


    Esta reflexión, de alguna manera da cuenta de varios aspectos, que tienen que ver con la comunicación entre las personas. Desde la empatía, pasando por la capacidad de escuchar, apoyándose en la confianza, por ejemplo.


    “Lo que nos hace humanos es la capacidad de construir lazos sociales”, dice el Lic. Zabatel. Esa dimensión de la credibilidad en el otro, que encarna la confianza y los hace posibles. Tanto es así, que se suele decir que el ser humano es un ser social. Y respecto a estos lazos sociales es posible pensar distintas modalidades. No todos los lazos son de amistad. Hay lazos de consanguineidad, por ejemplo. Hay lazos de parentesco político, hay lazos que se podrían llamar formales, en un ámbito de trabajo por ejemplo, pero como al decir del joven citado: “uno no decide de antemano, de este me voy a hacer amigo...”, el devenir de la relación, lo puede ir tornando en amigable.


    El registro subjetivo asociado a una relación amigable, tiene que ver con algo de lo agradable, propiciatorio de la comunicación, por ejemplo, aquello de “ser tenido en cuenta por el otro” y recíprocamente.


    “Lo propio de l hombre es lo común”, sostiene el Lic. Zabatel y continúa: “lo que hace que vaya más allá del “yo, más tú, más él”, para entrar en el “nosotros”.


    Hablar de los amigos implica el nosotros. La palabra amigos, suele estar asociada a “presencia” por ejemplo; tanto en la realidad, como en el discurso, como en el pensamiento.


    La posibilidad de “contar con el otro”, al decir del poeta Mario Benedetti:


    “Cuenta conmigo, no hasta uno, no hasta dos, no hasta tres, cuenta conmigo”.


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Acerca de lo que se nombra como “calidad de vida”...


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    Al leer artículos en este sentido, la mirada está puesta en los factores que “hacen que nos enfermemos”, si los autores son médicos.


    Particularmente, decía en un artículo publicado en esta revista en agosto de 2003 titulado: Qué estamos diciendo cuando decimos que alguien está enfermo. “Si bien es cierto que tanto la salud como la enfermedad son de naturaleza integral, esto es; en tanto personas vivimos experiencias y las registramos por distintas vías; notables descubrimientos en los aspectos biológicos de la medicina, han nublado la visión del papel que juega, por ejemplo, la conducta en la salud”. Prestar atención al estilo de vida, es una tarea que desde distintas profesiones convoca la mirada.


    Hubo algunos precursores en la antigüedad, cuatro siglos antes de la era cristiana: Hipócrates el padre de la medicina, por ejemplo, en sus escritos, la descripción de las enfermedades y su tratamiento estaba basada en la relación del paciente con su medio. Y un poco más acá, siglo XVIII, el filósofo Helvetius, sostenía que la vida social debía organizarse de modo tal que asegurase a las personas bienestar y salud. Acercándonos de algún modo a la definición de la Organización Mundial de la Salud: una tendencia al equilibrio biopsicosocial de un sujeto humano.


    Ahora bien, es dable pensar que el modo de vida de una persona solo en parte es decidido por ella misma, ya que el entramado social en el que se desarrolla su vida, le impone ciertos límites y de modo más oculto, participa a veces en la determinación de sus creencias, hábitos, preferencias y gustos. De ahí que conocer el modo de vida, en el que vivimos, (modo de vida occidental) nos puede permitir ver y pensar parte de las afecciones de nuestra salud. Así como que, conociéndolo, la posibilidad de introducir cambios tanto a nivel grupo, comunidad y también a nivel personal, estará más cercana.


    El primer paso para modificar una situación es conocerla y profundamente: “aceptarla”. Si esa o esas modificaciones van teniendo que ver con desplegar aspectos propios, ocultos a veces por el entramado social. Si ese despliegue va produciendo algún registro placentero, en tanto también produce bienestar a los demás, esas modificaciones tendrán que ver con un modo de vida más pleno, en todo caso.


    Hay una definición de cultura por ahí, que dice que: “no es solo la acumulación de saberes y conocimientos, sino también la capacidad humana de modificar su entorno”.

    El hombre y su hábitat.

    El hombre y sus circunstancias.

    El texto y el contexto.


    Uno y otro se implican constantemente y la posibilidad de tomar iniciativas, produce en el sujeto un registro de protagonismo, que también lo constituye.


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¿Qué estamos diciendo cuando decimos que alguien está enfermo...?

Parte I


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    Para poder hablar en este sentido, es necesario abordar el concepto de salud. Una de las últimas definiciones de la Organización Mundial de la Salud, se refiere a un equilibrio biopsicosocial en la vida de un individuo, de un sujeto humano. La noción de equilibrio ya alude, de alguna manera a una instancia a lograr, una conquista, algo a sostener, algo en movimiento.


    Si bien es cierto que tanto la salud como la enfermedad son de naturaleza integral, esto es: en tanto personas vivimos experiencias y las registramos por distintas vías; notables descubrimientos en los aspectos biológicos de la medicina han nublado la visión del papel que juega, por ejemplo, la conducta en la salud.


    Se suele hablar de enfermedad como una transformación de aquello que ocupa un lugar en el espacio y que llamamos materia, un trastorno en la forma y la función (trastorno físico-químico-anatómico, etc.) todas estas son categorías que englobamos cuando decimos síntoma orgánico o somático. Esta es una mirada recortada, en todo caso.


    La enfermedad como padecimiento conforma también un acontecimiento psicológico y como además puede ser comunicable, transferible, capaz de despertar afectos en otro, es además un acontecimiento social.


    Transcurre en el tiempo de vida de un sujeto, por lo tanto, tiene historia y forma parte de su historia. Esta mirada amplia, que abarca los aspectos que la Organización Mundial de la Salud utiliza para definir la noción de salud, favorece la idea de intercambio, interjuego de distintos aspectos para alcanzar y sostener un equilibrio.


    Ahora bien, que haya algunos desequilibrios no necesariamente implican enfermedad, pueden haber síntomas aislados, por ejemplo: un pico febril, habría que ver su evolución y con qué puede estar relacionado. Qué le está pasando en la vida a ese sujeto.


    Manteniendo esta mirada amplia, entonces, en lugar de hablar de una causa para que alguien esté enfermo, podremos pensar en la multicausalidad, en un interjuego de variables entre las que también se encuentra la disposición anímica del sujeto humano.


    El vacilo de Koch no es la causa de la tuberculosis, es una condición necesaria pero no suficiente.


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¿Qué estamos diciendo cuando decimos que alguien está enfermo?

Parte II


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    Dice el Dr. Schavelson en su libro: Cáncer, enfoque psicológico: “Cada día tenemos más dificultades para ejercer nuestra profesión dirigiendo nuestra acción solo al órgano que evidencia estar afectado, porque nada se enferma en el individuo, el ser humano se enferma todo...".


    Podríamos decir que la secuencia sería así: primero se crean, partiendo de una larga historia anterior en las que también el enfermo integraba el contexto, las condiciones que podríamos llamar ecológicas para que se enferme. Esta, sería así como la rotura de un dique ante aguas más y más encrespadas, a mayor y mayor presión. La rotura del dique, la afección, permite así salir, es decir, poner en evidencia pasiones, sentimientos, emociones y conductas de todo ese universo que constituye el paciente y su entorno...


    Debemos considerar que la enfermedad es algo muy importante que le está pasando al individuo y además de ser importante para él, tiene un sentido, tiene un significado real y otro, no menos trascendente, inconsciente o profundo”. Generalmente se asocia la enfermedad con el dolor.


    El tema del dolor se describe de distintas maneras, según desde donde se lo mire. Desde las ciencias de la naturaleza, es un dolor que sigue exclusivamente las vías nerviosas. Desde el Psicoanálisis, es una complejidad en la cual se implican factores de distinta naturaleza y también podríamos pensar que si el equilibrio biopsicosocial se rompe dando lugar a una enfermedad, el sujeto que la padece, transita distintos dolores: se modifica su vida habitual, su entorno de convivencia cambia algunas conductas, el sujeto requiere consultas con profesionales de la salud, para ir encontrando el camino para curarse.


    Ya lo decía Hipócrates: no hay enfermedades, sino enfermos. No atender la subjetividad de una dolencia de un padecer, es entonces no atender al sujeto.


    Hoy existe una mirada amplia, para entender y atender el sufrimiento de un sujeto, ¿por qué no, pensar en el abordaje interdisciplinario?


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Acerca de la posibilidad de decidir...


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    En el artículo acerca de “Angustia, miedo, peligro, terror...” “hacía referencia a lo sutil, significativo y responsable que puede resultar escuchar a quien habla en una consulta. Escuchar a quien habla...”


    La posibilidad de hablar diferencia a los seres humanos de los otros seres vivos.


    Hablar no siempre significa decir, tal comentario: “habló mucho, pero no dijo nada”


    Así como hablar, no es el único medio por el cual se puede decir: “se dice con la actitud, se dice con los gestos, se dice con las equivocaciones...”


    A veces sucede que para hablar diciendo, hay algo del orden de una decisión en juego.


    Decidir, según el diccionario: “del latín, decidiere, cortar. Formar juicio definitivo sobre un asunto, controversia: decidió no opinar.”

    Significativo aquello de cortar.


    Se puede pensar: cortar un estado anímico, cortar una comunicación, cortar un estilo de comunicación, cortar una relación...


    Desde el psicoanálisis, decidir tiene que ver profundamente con dejar de sufrir.

    Sucede que para llegar a decidir algo valorable, antes se suelen transitar momentos de dudas, evaluaciones: “si le digo... y si no le digo...”


    A veces se producen lo que podemos llamar negociaciones, esto es: “bueno, espero a ver qué va pasando; en realidad la situación no es tan difícil, algún beneficio tengo...”


    Cuando la sensación de sufrimiento por lo que se va transitando, en el mientras tanto va en aumento, aquello que en un momento pareció una negociación oportuna, deja de serlo.


    Freud decía, “ la angustia es una señal de alarma”. La cuestión es ver qué hacemos con ella.


    Decidir tiene que ver con dejar de sufrir. De algo por lo que se sufre se pasa a  tomar una iniciativa: “decidí pedir un cambio de horario” por ejemplo.

    La sensación subjetiva puede ser de cierto alivio y a la vez de protagonismo.


    Esa sensación aliviadora puede acercarse a la de tranquilidad.


    Algunas veces la tranquilidad se parece mucho a la felicidad...

Acerca de la o las inteligencias...


Lic. María Ofelia Narváez

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    Durante lo que podemos llamar la historia de la Psicología, se ha mantenido una fuerte polémica en torno a la definición de inteligencia, y esto debido a la repercusión que dicha definición tendría posteriormente, en los métodos adecuados para medirla.


    Últimamente se escucha hablar, así como han aparecido notas periodísticas acerca de “inteligencias múltiples”.


    Para llegar hablar de ellas resulta interesante, en principio, tratar de abordar alguna definición de inteligencia, tal como fue siendo formulada, en distintos momentos.


    En un principio se entendió como una disposición, una “facultad” intelectual, mediante la cual, se podían solucionar problemas, tanto teóricos como prácticos, así como dominar situaciones imprevisibles.


    Se escuchaba decir: “la inteligencia tiene que ver con poder manejar herramientas” por ejemplo, y se puede agregar, tanto simbólicas como reales.


    Después aparecieron otras definiciones, entre ellas la de J.Piaget, que se opone a la noción de inteligencia como una “facultad”, para decir que: la inteligencia constituye un estado de equilibrio hacia el cual tienden las adaptaciones; ¿qué quiere decir con esto?

    En principio, entiende por adaptaciones algo así como un equilibrio entre las acciones del organismo sobre el medio y las del medio sobre el organismo.


    En todo caso Piaget nos quiere transmitir que la inteligencia es esencialmente un sistema de “operaciones vivientes y actuantes.”


    Una vez, en ocasión de un encuentro interdisciplinario escuchaba decir a una pediatra: “la inteligencia es como un músculo, hay que ejercitarla”.


    En tanto distintos pensadores, distintos profesionales, pensaban modos de definirla, resulta válido aclarar que no se puede dar de modo absoluto, una definición de inteligencia.


    En cuanto a los intentos para medirla, y por ejemplo para medirla en los niños, todo test ha debido tener en cuenta la edad y la inevitable interrelación entre edad y aptitudes, conductas esperables...


    También es significativo decir que los tests mentales para la medición de la inteligencia, tan polémicos a veces, son solamente válidos en relación con quienes viven y participan en una determinada cultura.


    Y hablando entonces de lo que podríamos llamar, la historia de la psicología, podríamos decir que en estos tiempos, (tal como aparece en un diccionario especializado) “la psicología debe admitir que los tests para evaluar la capacidad intelectual no son aplicables universalmente”.

    Así como la historia de un sujeto es dinámica y el relato de sucesos no es más que un recorte de lo que ha sucedido, en una disciplina relacionada con la salud también hay cambios y replanteos en los modos de pensar y abordar los distintos temas.


    Continuaremos en el próximo número de la revista


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     M.P. 60.275 / M.N.10.870

Parece un sueño...


Lic. María Ofelia Narváez

M.N. 10870 / M.P. 60.275

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    Expresión esta, que el uso del lenguaje corriente, le ha dado el significado de la expresión de cierta sorpresa, ante algo que se ha producido, en la vida de un sujeto.


    Es más, una sorpresa grata, agradable... asociada a lo placentero.

     

    Dice Freud, en un capítulo de su artículo: “La interpretación de los sueños”, -“El sueño es un realización de deseos” y continúa: “- debe ser incluido en el conjunto de actos comprensibles de nuestra vida despierta y constituye el resultado de una actividad intelectual altamente complicada”.

     

    Ahora bien, esta misma afirmación lleva a una serie de preguntas, quizás como nos sucede al despertarnos, cuando tenemos algún recuerdo acerca de lo que hemos soñado y aparecen las preguntas acerca de ¿por qué?, ¿con qué tendrá que ver?, entre otras...

     

    “Parece un sueño”, así como “esto no me lo hubiera figurado ni en sueños” (que expresa quien encuentra superada por la realidad sus esperanzas), dos afirmaciones en las que el lenguaje corriente, le ha dado al sueño, el lugar del “benéfico realizador de deseos”.

     

    Soñar despiertos, la posibilidad de ilusionarnos, tener proyectos, instancias estas que también hacen a la vida de un sujeto, es más, sin ellas no podríamos estar hablando de un sujeto humano.

     

    Ahora bien, si tanta trascendencia ha tenido desde el psicoanálisis “la interpretación de los sueños”, también se debe, entre otras cuestiones a poder pensarlos desde su contenido manifiesto, así como desde el contenido latente. Este aparece y tiene que ver con el contenido ideológico que la labor de interpretación nos descubre detrás del sueño.


    A veces, cuando algo “muy soñado”, por un sujeto, sucede en su vida y no por algo del orden de lo mágico, sino porque de tanto soñarlo, se empieza a preguntar: “por qué no”, ahí cabe la frase “vale la pena seguir soñando”....


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En tiempos de balance...


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    Esta frase y en ella esta palabra “balance”, se suele escuchar en estos tiempos... ¿qué ilusiones se habrán hecho realidad? y ¿cuáles no? ¿qué proyecto nuevo habrá nacido? y las sorpresas, ¿dónde se ponen, de qué lado?

     

    Esta palabra, que el uso le dio sentido, tomada prestada de las ciencias económicas, alude a ese proceder, donde imaginariamente, se colocan aspectos de la vida de una persona en el debe y en el haber. A veces, en algunos comentarios, se escucha la tendencia a evaluar lo visible, dándole cierto privilegio, esto puede producir algunas preguntas... por ejemplo ¿dónde se coloca lo que no se ve?

     

    Tal como decía el autor de El Prinicipito “lo esencial no es visible a los ojos”. Esta sencilla y humilde reflexión, no es más que una invitación a poder “mirar”, también de otra manera.

     

    Balance, también alude a movimiento, este implica dinamismo y a veces sucede que aquello que parecía perdido, se recupera y la emoción que esa instancia puede producir “no tiene precio”.

     

    Y ahora una expresión de deseos: que la capacidad de disfrutar cada día, sea una constante, así como la capacidad de compartir, que aparezcan motivos para brindar... y les propongo en un juego imaginario: que puedan ampliar la lista de expresiones, pensando en lo propio y personal, que muchas veces se toca y tiene que ver con lo que a otros les sucede...

     

    Buen año


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     M.P. 60.275 / M.N.10.870

Acerca de la importancia que tiene Jugar...
Parte I


Lic. María Ofelia Narváez

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    En los pueblos antiguos, el momento del juego era el más importante y sagrado en la vida de la gente, ¿qué es lo que lo transformó en “pasatiempo”?.


    En primer lugar lo que se puede pensar es que las características de las sociedades fueron cambiando, actualmente la sociedad, nuestra sociedad se organiza sobre la idea de la productividad, y el juego no es algo productivo desde ese punto de vista.


    Dice María Regina Ofele, psicopedagoga: ”se busca que los chicos tengan en la escuela mayores exigencias de rendimiento y se les agregan actividades -que vayan a estudiar idiomas, computación, etc.- en lugar de permitirles jugar más y organizar libremente su propio tiempo. No se percibe que el respeto de este tiempo libre, es fundamental para el aprendizaje, para el desarrollo de capacidades y talentos creativos.”


    La posibilidad de jugar de un sujeto humano, habla también de cierta flexibilidad, en su conducta social, de cierta creatividad y de la capacidad de trabajar en equipo, por ejemplo. Si hiciéramos un análisis de los pedidos de trabajo de los diarios, podríamos ver, que en muchos de ellos, se busca gente con esas características de personalidad.


    El juego nunca es nocivo, lo nocivo aparece cuando no hay posibilidades de salirse del juego (de jugar a otra cosa, por ejemplo, o cuando se deja de distinguir entre juego y realidad).


    Hasta para jugar hay reglas, los chicos se encargan de expresarlas, a veces solo con nombrar un juego lo que se produce es la puesta en marcha de un código compartido, así como también la posibilidad de las transgresiones a esas reglas que lo conforman.


    El juego está marcado por la libertad, pone en movimiento la imaginación..


    Dice la Lic. Ofele: ”Nos dejamos invadir por las formas más opresivas de la realidad y eso nos hace perder de vista la importancia vital de tener nuestros “recreos”. El juego está muy asociado a los chicos, y cuesta aceptar que jugar y divertirse es importante y valioso para los adultos”.


    Cuando la posibilidad de jugar se produce en el “encuentro” con otros, cuando se produce y se instala, va teniendo que ver poco a poco con un modo de mirar la realidad. La posibilidad de jugar con las palabras, por ejemplo que tiene que ver con el humor, cuantas veces distiende y produce una sensación placentera. Es algo así como permitirse dar una vuelta de tuerca en la realidad cotidiana.


    Jugar y divertirse, pero también aburrirse es significativo tanto para los chicos como para los adultos. Pero de esto nos ocuparemos en el próximo número de la revista.



    Lic. María Ofelia Narváez

    M.N. 10.870 M.P 60.275

Acerca de la importancia que tiene jugar...

Parte II


Lic. María Ofelia Narváez

M-P.60.275 M.N.10.870

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    Jugar y divertirse, pero también aburrirse es significativo, tanto para los chicos como para los adultos.


    Dice la Lic. Regine Ofele: ”El aburrimiento es como el desierto antes de la creación”. Cuando un chico está aburrido y se le hace una propuesta, por lo general, no la acepta. Cuando hacía referencia, en el artículo anterior, acerca de “respetar el tiempo libre”, también hacía alusión a la posibilidad de aburrirse, incluida como un estado de ánimo, del que se puede salir..


    Así como jugar y divertirse puede resultar saludable, sin echar mano a escapismos desenfrenados, la posibilidad de sostener el aburrimiento, “sin taparlo”, puede producir la oportunidad de encontrar algo que “motive”. Puede producir la oportunidad de “pensar”, y lo que aparezca haga un “click”.


    Eso le sucede tanto a niños , adolescentes como adultos.


    A veces se escucha: ”¿quién iba a decir que con esto “me iba a enganchar" ? ”, aludiendo esa expresión a la sensación de estar entretenido, concentrado, poniendo en juego las propias capacidades, a veces hasta el talento creativo.

    Haciendo una asociación con momentos que ha vivido nuestra sociedad, momentos críticos, donde muchas personas se han quedado sin trabajo, hubieron quienes hicieron de esa dificultad un desafío. Ese tiempo libre, sirvió para pensar y darse la posibilidad de salir de la crisis con ideas nuevas, actividades nuevas...


    Es preciso hacer un distinción entre aburrimiento (estado anímico del que se puede salir, y que se detecta, se registra, porque está incluido entre otros estados anímicos) y abulia, caracterizada por un desgano generalizado, apatía, falta de motivación, angustia subyacente, entre otras características.


    El aburrimiento forma parte del equilibrio inconsciente que se produce en el estado anímico de un sujeto humano.

    La abulia en cambio, va caracterizando un modo de vida, donde lo que llama la atención justamente es la ausencia de una búsqueda, ya sea de equilibrio, de motivación, de entusiasmo...


    Nos dedicaremos a seguir desarrollando el tema en el próximo número de la revista.



    Lic. María Ofelia Narváez

    M-P.60.275 M.N.10.870

Acerca de la importancia que tiene jugar...
Parte III


Lic. María Ofelia Narváez

M.P 60.275 M.N.10.875

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    En el artículo anterior hacía referencia a la distinción posible entre aburrimiento y abulia, caracterizándose esta última por un desgano generalizado, apatía, falta de motivación y cuando las personas que se encuentran así inician algún tratamiento psicoterapéutico, se advierte también que hay angustia subyacente.


    Suele suceder que jóvenes y adolescentes transitan por este estado. Para quienes conviven con ellos no les resulta tarea fácil, la comunicación, el acercamiento.


    La desorientación vocacional, es otro aspecto a tener en cuenta. Decía Bernard Shaw : ”La estadística es el arte de mentir con números”, pero hay cifras que parecerían demostrar que la abulia es la marca en el orillo de muchos chicos...


    Según datos del INDEC, de los 6,5 millones de jóvenes argentinos que tienen entre 15 y 24 años, 1 300 000 no estudian ni trabajan (quizás no haga falta aclarar que muchos de ellos querrían hacer una o ambas cosas ), en todo caso que encontrarse como se encuentran no les causa ninguna gracia.


    Hablando de juegos: y pensando en los juegos de competencia, aparecen los espectadores y los jugadores. Dice la Lic. Regine Ofele: ”El espectador en realidad participa, tal vez no de la misma manera, pero participa del juego... estimula una serie de acciones que implican un involucramiento: el tema es cuando alguien no se puede salir del lugar de espectador”. Algo así suelen decir quienes conviven con quien no se puede salir de estar frente a la computadora, por ejemplo. Algo del orden de la pasividad se pone de manifiesto. Esa pasividad que también se advierte en otros aspectos. La competencia es con otro virtual o con la máquina. Se produce algo que llama la atención del entorno.


    Como decíamos en el primer artículo de este tema: ”El juego nunca es nocivo. Lo nocivo aparece cuando no hay posibilidades de salirse del juego, o cuando se confunde juego y realidad.”


    A veces esas actitudes, no son más que un llamado de atención, algo no está andando bien... Y aquí la frase es literal, tiene que ver con algo para atender.


    Recuperar la capacidad de jugar, de relacionarse con los demás de una manera más relajada, de compartir sentimientos, emociones, así como de transformar las más variadas situaciones en algo placentero y abierto, son indicadores claros de la posibilidad de acceder a un nivel de vida más sano.


    El juego está marcado por la libertad, puede poner en juego la imaginación, así como la ilusión... Permite la comunicación con los demás de diferentes maneras. Abre la puerta al humor, que por sí, produce distensión... Cuando se instala en un sujeto humano, le posibilita “dar un vuelta de tuerca” en la mirada de la realidad cotidiana...

    ¿Quién hubiera pensado desde niño que jugar podía encerrar tantos significados?


    Lic.María Ofelia Narváez

    M.P 60.275 M.N.10.875

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